viernes, 14 de enero de 2011

José Wells de casado

Releyendo lo que he escrito hasta ahora sobre la familia de Herbert George Wells, he descubierto que me he dejado en el tintero (quiero decir en el teclado del ordenador) algunas cositas sobre su padre. Según las palabras de su propio hijo, José Wells era "un hombre fracasado y presumido, pero tenía una disposición alegre y simpática, y gran parte de su despierta energía la gastó en evadirse de las realidades desagradables". Solía gustar a las mujeres del barrio y flirteaba con ellas, aunque su famoso hijo piensa que nunca engañó a su madre, al menos en Bromley, su ciudad, porque de lo contrario él se hubiera enterado por sus compañeros de escuela. Solía pasarse horas por las tardes cuando hacía buen tiempo charlando con los comerciantes vecinos, y los gritos y las carcajadas llegaban a la trastienda donde Sara solía coser y remendar la ropa de los niños.

Leía sin orden, compraba libros viejos y los traía a casa. Su hijo pensaba que sus creencias religiosas y políticas se habían debilitado un poco. No solían hablar porque no tenían nada de que hablar. Ella era muy rígida y estereotipada y no sabía jugar al ajedrez, a las damas o juegos similares. El hijo extramarital de HG Wells, Anthony West, escribió un libro sobre su padre, una especie de biografía parcial, en la que dice que José Wells frecuentaba los pubs de Bromley. El escritor no dice nada de eso en su autobiografía. Anthony y Herbert George se conocieron bastante y mantuvieron una buena relación, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, durante la cual convivieron juntos. Anthony también conoció y trató a su tío Frank durante los últimos años de su vida. No tengo constancia de que conociera a su tío Freddy, porque este emigró a Sudáfrica. O bien su padre o bien su tío Frank se lo pudo haber contado. Pero si es cierto, extraña que el escritor no lo reflejara en su memorias. Bien pudo olvidarse, o pudo no relatarlo a propósito. Las autobiografías están, en parte, para eso, para contar sobre su vida lo que a uno le apetece y callar lo que no desea decir. Pero si lo calló aposta, es porque debió haber algo vergonzoso en ello. Por tomar un par de cervezas al día, ni aunque fueran tres o cuatro, sería suficiente como para callarlo. Anthony tampoco precisa si bebía mucho, simplemente que frecuentaba los pubs a diario. HG Wells se decanta claramente hacía su madre en su libro, de la cual dice cosas buenas y cosas malas. La tacha de anticuada y que era una madre poco afectiva, pero inmediatamente asegura que se desvivía por sus hijos, sin la ayuda de su marido. Recuerda con un poco de amargura las horas que pasó su madre con él para que fuera muy religioso metiéndole el catecismo anglicano y la doctrina religiosa en la cabeza, pero inmediatamente dice que no fue culpa suya, que fue la educación que recibió en su infancia y que sus cortos alcances no le permitieron cuestionar dicha educación. Pero al leer el libro, me dio la impresión de que no tiene muchas cosas buenas que decir de su padre. Que leía, que era simpático y alegre, que dibujaba bastante bien. Fuera de eso, más bien calla o le reprocha alguna cosa. No solo no ayudaba en casa, cosa normal en aquella época, sino que dejaba la tienda a cargo de su agotada esposa. Dice que descorría los pesados cerrojos de la tienda, que atizaba el fuego o lo encendía (para lo cual tenía una habilidad especial de la que carecía Sara) y que regresaba al mediodía con las viandas para el lunch y que Sara cocinaba mal. La impresión que da al leer la autobiografía de Wells, es que José era un hombre no solo alejado de su esposa, sino también de sus hijos. Si José Wells se pasaba las mañanas fuera de la Casa del Atlas, ¿adonde iba sino a un bar?

Aportado por compinchados.

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