miércoles, 8 de diciembre de 2010

José Wells

José Wells era hijo de José Wells, jardinero mayor de lord de Lisle, en Penhurst Place, en el condado de Kent. Tuvo 6 hijos más, 3 varones y 3 mujeres, y aunque José llevaba el nombre de su padre, era el más joven de todos. Tenía muchos primos y tíos en el condado, por lo que es de suponer que la familia era, además de muy prolífica, bastante antigua en el condado. El bisabuelo del escritor se llamaba Eduardo, y tuvo seis hijos, cuarenta nietos, la mayoría de ellos llamados Juanas, Jorges, Eduardos, Tomases, Saras y Lucías. Curiosamente, tanto el padre como el abuelo del escritor se llamaban José, nombre que no aparece en la relación anterior. Y más curiosamente aún, si aparece el nombre de la madre, Sara. Tampoco aparecen los nombres de los hermanos de HG, Frances, Frank y Frederick. Solo parece el segundo mombre del escritor, George (Jorge).
La mayoría de la familia Wells eran "criados distinguidos y labradores pobres", pero había una rama que destacaron económicamente, los apodados Duques, que se dedicaban a fabricar y comercializar artículos para el criquet. Recordemos que en la entrada correspondiente a la Casa del Atlas, un familiar le vendió a José artículos de criquet con el fin de complementar las ventas de los artículos de loza y cristal que vendían, cosa que no consiguieron.
José Wells se crió al aire libre, ya que la familia vivía en una casita en una esquina apartada de la inmensa propiedad del lord. Aprendió a nadar, a manejar un fusil y, por supuesto, a jugar al criquet, deporte que le apasionó. Aprendió a leer, a escribir, a sumar y era un hombre que leía bastante. En ocasiones trató de mejorar su escasa educación, y tenía en la Casa del Atlas dos libros que su famoso hijo recordaba muy bien: El compañero del joven en dos volúmenes y varios números de Los Circulos de la ciencia, de Ow.
Dibujaba bastante bien, cualidad que heredaría su hijo menor, el escritor. Retocaba fotografías. Curiosamente la primera esposa de HG Wells también lo hacía. Al igual que su esposa, vivía bajo las reglas del siglo XVIII en el que la nobleza y el señorío reinaban bajo la voluntad de Dios. Aunque José quizás pensara que ese mundo de señoríos, de nobles y criados, de grandes reverencias y privilegios aristocráticos se podía acabar, quizás pensara que mejor no, ya que a ambos les vendría mal adpatarse a nuevas situaciones. Ambos fueron criados, los dos nacieron en ese mundo y ninguno de los dos hizo el más mínimo esfuerzo de adapatrse a los cambios.
Una anécdota. Cuando Herbert tenía veintitantos y ambos estaban paseando por las inmediaciones de Uppark, José le contó a su hijo que a su edad solía pasear en verano mirando las estrellas. No se imaginaba el joven Wells que su padre fuese un soñador. Pero de lo que si estaba seguro es que su madre no miraba nunca las estrellas. Para ella era suficiente con que Dios, Nuestro Salvador, las hubiese puesto allí.

Aportado por Compinchados.

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