viernes, 27 de julio de 2012

Malditos seais todos, os lo dije

Traducción de este enlace:

Estoy mirando el programa de History Channel 'Profetas de la ciencia-ficción" y al final se menciona cuan disgustado estaba HG Wells en sus últimos meses, porque después de todas sus advertencias sobre los peligros de la tecnología y como nosotros - como humanos - tenemos que ser más cuidadosos, no hicimos caso y lanzamos la Bomba A y estamos construyendo más.

HG Wells, al final de su vida, amargado y enfadado, dijo que su epitafio debía ser "Malditos seais todos, os lo dije."

Esto me recuerda el personaje de Charlton Heston al final del Planeta de los Simios: "¡Vosotros, maniácos! ¡Lo hicisteis estallar! ¡Ah, malditos! ¡Que seais condenados al infierno!"

Las bombas nucleares son el genio de la botella que nunca debimos abrir.

Si hay alguna razón para ello, cada voto al Partido Republicano o al ala derecha cristiana, es para nuestro arsenal nuclear.

A la mierda todos aquellos que les encanta hablar sobre el mal de la homosexualidad - el mayor mal sobre la faz de este planeta son las armas nucleares y los capullos inhumanos que piensan que son una idea genial.

Ah, HG Wells, nunca escuchamos a nuestros profetas. Estoy sorprendido de que alguno de la extrema derecha no lo asesinara, como normalmente hacemos con nuestros profetas.


HG Wells no fue asesinado sino que murió de muerte natural. No fue enterrado sino cremado y sus cenizas fueron esparcidas por el mar al sur de Inglaterra. Por lo tanto, no existe ninguna lápida donde escribir su epitafio. Yo conocía el epitafio, pero desconocía las causas que le llevaron a escribirlo en vida. Ahora ya las se y las sabemos todos. 

HG Wells predijo las armas atómicas. Nadie le hizo caso. Las predijo con tanta antelación que nadie le creyó, salvo algunos científicos locos que sabían que era posible.

Wells vivió casi 80 años (le faltó un mes para cumplirlos) y, en una vida tan prolongada, pasó del tren a vapor a los coches, de la bicicleta (que fue inventada cuando ya era adulto) al avión, de la guerra franco-prusiana a cañonazos y trincheras a la guerra nuclear (por cierto, Wells también predijo la guerra aérea). Wells fue profeta pero esto sólo empezó a reconocerse una década después de su muerte, cuando empezó el boom de la literatura de ciencia-ficción en los EEUU y el Reino Unido.

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