sábado, 19 de marzo de 2011

El "accidente" de José Wells

Sigo traduciendo del inglés, el libro de memorias de HG Wells, Experimento de autobiografía, ahora el punto 3 del capítulo 3, titulado La señora Wells, ama de llaves de Uppark (1880-1893).

Tuve la buena fortuna de romperme la pierna cuando tenía siete años de edad. Otro hecho tan importante fue la rotura de la pierna de mi padre en 1877, lo que hizo casi inevitable la disolución de nuestra familia. Él se puso a podar la parra una mañana de domingo de octubre. y decidido a hacer un buen trabajo y llegar a los brotes más altos, puso la escalera encima de un banco y se cayó al suelo. Volvimos de la Iglesia para encontrarlo tirado en el patio y gimiendo, y nuestros vecinos, el sr. Cooper y el sr. Moonday ayudándolo a subir las escaleras. Tenía una factura del hueso del muslo.

Antes de finalizar el año era evidente que mi padre iba a estar cojo para el resto de sus días. Fue el final de su carrera como profesor de criquet y de bowling para gentlemen y de profesor de colegio. Los ingresos suplementarios desaparecieron por el accidente, y además implicó más gastos sanitarios. La crónica insolvencia de la Casa del Atlas se agudizó.

Todo fue más apretado y angustioso que nunca durante los dos años siguientes. Un aumento de tacañería distinguió a nuestra cocina. Pan y queso para la cena, medio arenque con pan y mantequilla por barba en el desayuno y una tendencia creciente de las patatas a dominar el picadillo o guisado al mediodía en lugar de carne. La factura de Mr. Morley no fue abonada durante un año. Frank, que estaba ganando £26 al año llegó a casa para pasar unas vacaciones y le dio a mi madre media libra para que me comprara un par de botas (y ella se echó a llorar). Yo estaba creciendo muy rápidamente y era delgado.
Años después, en el verano de 1884, cuando Wells ya tenía 18 años, pasó unas semanas con su padre en La Casa del Atlas. La familia ya se había disgregado y cada uno vivía por su lado. José Wells vivía solo en la antigua residencia de la familia. Allí debieron hablar sobre el fatal accidente que le llevó a romperse la cadera en 1877. El viejo apenas trabajaba, se levantaba y se acostaba cuando le daba la gana, abría y cerraba la tienda según el mismo criterio, y se dedicaba también a reparar relojes. Aunque no jugase al criquet, cuando había un partido en la ciudad, cerraba la tienda y se iba a verlo. Allí rememoraba viejas glorias de sus tiempos de jugador de criquet y con ello, esperaba que alguien tuviese a bien invitarle a una cerveza en pago de la cháchara de aquellos "felices años". El viejo no había perdido su don de gentes y su increíble capacidad para seducir a sus oyentes. Y desplegó sus armas con su hijo menor, desarrollando su increíble labia. El viejo era un hombre fracasado, y con su facilidad de palabra arrastró, más tarde, a su hijo mayor Frank a la misma vida de fracaso, pero eso lo relataremos más tarde en otra entrada.

Entre otras cosas, debieron hablar del accidente de 1877. La verdad es que resulta incomprensible que un jardinero profesional, para alcanzar los brotes más altos de la parra, colocase una escalera sobre un banco.

En una novela escrita en los años 1910 y 1911, Los nuevos Maquiavelos, hay un aparente intento de suicidio. Madre e hijo han ido un domingo a la Iglesia y al regresar encuentran al hombre muerto en el jardín. No se menciona la palabra suicidio. En los mismos años escribe La historia de Mr. Polly. En esta si se menciona la palabra suicidio. Mr. Polly es un hombre fracasado casado con una mujer muy exigente y que siempre fastidia al esposo con exigencias de que sea un éxito en la vida. Tras el intento fracasado de suicidio, Mr.Polly abandona su casa y su mujer y, casi sin quererlo, la suerte le sonríe y alcanza un cierto éxito.

Wells tenía once años cuando ocurrió el accidente / intento de suicidio, y si fue lo segundo, seguramente se le ocultaron los hechos disfrazándolos de accidente. Quizás José le contara a Herbert la verdad durante su visita a su ciudad natal, pero durante los años que transcurrieron entre octubre de 1877 y el verano de 1884 el adolescente intuyera la verdad. Quizás José nunca le contara nada a su hijo, pero se le escapara algo que confirmaría las sospechas. O quizás todo esto no son más que especulaciones de su hijo Anthony West y no sucediera nada de lo que hasta aquí he dicho. Pero si parece más cierto, aunque Wells no lo cuenta en su autobiografía, que en las tres semanas que pasó allí, al ver el fracaso total y absoluto de su padre, quién probablemente por sus errores, perdió la oportunidad de obtener un nivel de vida mejor para él y para su familia, el futuro escritor decidiese pelear contra su madre, quién le obligaba a trabajar, mientras él deseaba ardientemente estudiar. Wells eligió el camino correcto y desobedeció a su madre, y estudió y llegó a la Universidad. Herbert estaba en ese momento en una encrucijada de su vida, y quizás al ver a su padre en este estado, le encaminó en el camino correcto. Pero ese camino iba a ser más tortuoso de lo esperado. En realidad nos hemos adelantado siete años en nuestra narración.

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