domingo, 13 de marzo de 2011

Sidney Bowkett

Tenía un mayor estímulo mental con algunos de mis compañeros de escuela que tenían la misma edad que yo. Sentía la necesidad de alguna compañía, algún alivio de la lectura y la ensoñación literaria. Solía quedarme en la escuela después del horario de clases para ir de paseo o al campo de criquet con los huéspedes, o en las tardes de las vacaciones y festivos. Mi criquet fue siempre pobre a causa de mi insospechado astigmatismo, pero mi valoración fue siempre valorada por el acceso a mis tocones, bates y pelotas. Tuve siempre una curiosa alianza con el hijo de un mesonero londinense, Sidney Bowkett. Empezamos con una gran pelea a la edad de 8 años, en la que nos pegamos durante la mayor parte de la hora, y después por el respeto que nos tuvimos el uno al otro, decidimos nos pelearnos nunca más. Nos hicimos compinches. Desarrollamos la táctica de ataques combinados contra chicos más grandes y así alcanzamos una posición dominante antes de convertirnos en los chicos de más edad de la escuela.

Nosotros dos hablábamos mucho dentro y fuera de la escuela, pero de que temas hablábamos no está muy claro ahora en mi mente. Los dos estábamos muy confiados porque superábamos a todos los otros muchachos de nuestra edad, y esto nos dio una sensación injustificada de capacidad distintiva. Él era mejor jugador, el más atractivo, el más ingenioso, más rápido, más agresivo y aventurero que yo; su memoria verbal era mejor, y su aritmética más rápida y más precisa, pero yo era mejor en el dibujo, las matemáticas elementales o esa masa de lecturas parcialmente digeridas que yo llamaba cultura general. A veces actuábamos como exploradores en una especie de ensoñación dramatizada en la que yo proporcionaba la mayor parte de los hechos. A veces dramatizábamos las aventuras del Gato Puss, una especie de Gato con Botas inventado por mi hermano Fred y yo, o Ally Sloper, el gran personaje cómico de cockneydom de aquel tiempo, o las avneturas de Bert Wells y el niño Boker. Iban a África Central, a las regiones polares, al Maesltrom o a los Himalayas. Usaban globos y trajes de buceos, aunque los aviones estaban fuera de su imaginación.

[...] Juntos Bowkett y yo podíamos conseguir diversión si fin de una rata encontrada casualmente o de una mariposa rara, un escarabajo perdido o un árbol fácil de escalar [...]

No recuerdo haber hablado mucho sobre cuestiones sexuales con Bowkett y lo que dijo era altamente idealizado y sin importancia. Éramos decentes y tímidos sobre el tema. Y sin embargo, conocíamos todas las palabras indecentes del lenguaje, podíamos ser sorprendentemente mal hablados en los momentos de exaltación, y mostrábamos que no éramos ignorantes. Pienso que éramos pequeños chicos en los 10-13 años en contacto cercano con chicos de 16 ó 17, cuyas mentes estaban enconadas con el deseo, como solía ocurrir en las escuelas públicas inglesas, cuyos alumnos solían estar obsesionados con la sexualidad basta [...].

[...] En aquellos tiempos teníamos una sociedad secreta. Desafortunadamente nunca encontramos un secreto para guardar. Pero teníamos una tremenda ceremonia de iniciación. Entre otras cosas, el candidato tenía que que mantener su dedo encima de una llama de gas durante 30 segundos. Solo dos miembros estaban cualificados, Bert Wellsy el Boker Boy. Todavía recuerdo el olor de la carne chamuscada y el tremendo dolor del dedo achicharrado. Teníamos un lenguaje secreto del tipo "Iway aysay olday anmay owhay areway ouyay" [...].


Sidney y Herbert fueron amigos inseparables aún durante los 25 años siguientes a la partida del segundo de Bromley (1880), más o menos hasta 1915, cuando nuestro biografiado ya era un escritor famoso. Sidney Bowkett aparece como Chitterlow en Kipps.Varios personajes de sus obras y hasta un lugar como Up Park, aparecen en sus novelas.

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