domingo, 6 de marzo de 2011

Sueños infantiles de grandeza

La imagen la bajé de aquí. En la entrada de este blog titulada El universo del niño Wells, dijimos entonces lo siguiente:

Bertie, en los primeros años de su vida, jugaba con cualquier cosa que encontraba: cáscaras de huevo, hojalatas, cajas y otros objetos de interés. En su libro de memorias no nombra ningún juguete, o por carecer de ellos, o por no recordarlos. Bien pudiera ser lo primero, porque la familia pasaba por dificultades económicas; bien pudiera ser lo segundo, ya que escribió el libro a la edad de sesenta años. Tampoco nombra que jugara con sus hermanos, aunque es posible que fuera por la diferencia de edad. Con Fred se llevaba cuatro años (nació en 1862), pero con Frank se llevaba nueve (1857).


Es evidente que Wells de niño no tenía juguetes. Ahora que caigo, los juguetes entonces debían ser cosa de niños ricos, o al menos de clase media acomodada. Así que Wells seguramente jugaba con cualquier basurilla. Pero Wells tenía una cosa muy importante y que fue necesaria para su futura carrera de escritor: imaginación.

Sigamos su Experimento de Autobiografía:

Tuve sueños— me entregué mucho a estas ensoñaciones hasta los 15 ó 16 porque mi activa imaginación no estaba empleada lo suficiente— y me gustaba especialmente soñar que yo era un gran dictador militar, un republicano como George Washington o como Napoleón en sus fases iniciales. Solía pelear batallas a donde quiera que fuese a dar un paseo en solitario. Solía caminar por los alrededores de Bromley, un niño pequeño y desnutrido, mezquinamente vestido y silbando detestablemente entre los dientes, y nadie sospechaba que un equipo fantasma caminaba a mi alrededor y que ordenanzas fantasmas galopaban para distribuir mis órdenes para cambiar las armas de lugar y concentrar el poder de fuego en las casas de más abajo, para acabar lanzando el ataque final en la colina más alejada. Los ciudadanos de la ciudad de Bromley salían a tomar el aire en la colina de Martin, y al mirar hacia Shortland a través de los campos donde una vez serpenteó el ahora seco y desparecido Ravensbourne sin tener la más mínima sospecha de las orgías de sangre que una vez yo creé allí. La colina de Martin era, de hecho, el lugar de una de las grandes batallas de la Historia. Decenas de veces los tiradores enemigos llegaban a través de los campos, seguidos por sucesivas oleadas de ataques de infantería enemiga, mientras que yo, con unas fuerzas inferiores en una relación de 5 a 1, desplazaba mis cañones, refrenaba mis armas para evitar usarlas demasiado pronto pese a lo sombrío de la situación y a lo amenazado que estaba mi centro para encaminarlas repentinamente hacia las curvas en dirección a Beckenham. "Crash", y reventaba la primera granada, y a continuación otra seguida por otra más. Caían a miles. Huían vacilantes por las pendientes pronunciadas. Y luego venía el ataque final, y yo y mi caballería barríamos las masas desorganizadas hacia Croydon, las presionábamos sin piedad, realizando una masacre durante toda la noche y lo poco que quedaba de las tropas enemigas se rendía al amanecer en los Estanques de Peces de Kenston.

Y entraba en las ciudades conquistadas al lomo de mi caballo y al frente de mis tropas, con mis primos y mis compañeros del colegio reconociéndome sorprendidos desde las ventanas. Y reyes y presidentes, y los grandes de la Tierra venían a saludarme. Yo era sencillo incluso en la victoria. Tomaba decisiones firmes y sabias sobre la moral y las costumbres y en particular sobre aquellas tiendas del Servicio Civil que habían hecho tanto por la bancarrota de mi padre. Con los enemigos inveterados,los monárquicos,los católicos, los romanos y los no-arios era terriblemente justo. El odio aparecía,pero mi deber...

[...]

Durante muchos años de mi vida adulta estuve cautivado por los recuerdos desvaídos de aquellas primeras fantasías bélicas. Hasta 1914 encontré un vívido interés por jugar un juego de guerra, con soldados de juguete y armas de guerra, que me recordó la calidad peculiar y el placer de los primeros ensueños. Era un juego de guerra bastante divertido y yo he escrito sus primeras reglas en un libro pequeño llamado "Pequeñas Guerras" [LittleWars] para niños y niñas de todas las edades.


Aquí está la explicación de la foto que encabeza esta entrada. En la imagen de abajo se puede ver la portada del libro. La foto al lado de estas palabras la obtuve de aquí. El libro fue publicado en 1913. Después escribió un libro llamado "Floor Games". Floor significa suelo, y games, como todo el mundo sabrá, juegos. Floor Games fue publicado en 1911, aunque mucha gente piensa que fue publicado después. Sin embargo. el más conocido de los dos es Little Wars, que fue reimpreso en varias ocasiones. La última edición es de 2004. LittleWars está disponible en inglés en Project Gutenberg en este enlace, y Floor Games en este otro enlace.

Aportado por compinchados.

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