domingo, 8 de mayo de 2011

Wookey (invierno de 1880)

Fuente.

La pobre comandante en jefe de la pequeña familia -que es en lo que se había convertido- con su gorro de encaje y su delantal de ama de llaves de Uppark tuvo que lidiar con la situación con sus escasas luces y sus muchas limitaciones. Joe, en Bromley, atado por su pierna a una insolvente Casa del Atlas, tenía poco que sugerir. Tuvo una idea, en vista de mis notables certificados especiales de contabilidad, para que los señores Hoare y Norman, con los que había jugado a los bolos tantas veces, me acogieran como un empleado de banco, pero cuando se hizo evidente de que Hoare y Norman no respondían a su petición, no hizo ningún esfuerzo posterior de ayudar a mi madre en sus perplejidades. Había que encontrar refugio, alimento y empleo para el joven. Y en este punto, el tío William llegó con lo que parecía ser una propuesta esperanzadora. Él iba a ser el director de una escuela nacional. Yo podría convertirme en un maestro-alumno bajo su custodia.

En aquellos días, una gran parte de la enseñanza, sobre todo la elemental, era hecha por chicos apenas más grandes que los alumnos. En vez de abandonar la escuela para trabajar, se convertían en "PT's" (pupils-teachers, o alumnos-profesores) y, después de cuatro años, eran competente para entrar en una escuela de entrenamiento durante un año o dos antes de conseguir una manera de ganarse la vida durante el resto de sus vidas. Si en aquellos días un maestro de educación elemental se convertía en algo más que en un "individuo tedioso entrenado", esto se debía a su propio esfuerzo. Mi tío Williams, conocedor de las circunstancias de mi madre, tenía esperanzas de que mis logros en el Colegio de Preceptores pudieran ser usados para acortar la fase de maestro-pupilo, y me aceptó como lo que él llamó un "mejorador".

Así que fui empacado de Windsor a Wookey, en Somerset, donde mi tío Guillermo había instalado precariamente una casa escuela. Nunca había sido cualificado para enseñar en una escuela inglesa. Cuando era joven había enseñado en Jamaica con cualificaciones que no satisfieron los requisitos de la Junta de Educación. Había una cierta falta de claridad en su solicitud para el nuevo puesto, y cuando esto salió a la luz, tuvo que abandonar Wookey. Y la misma falta de claridad dio fin en dos o tres meses a mi carrera educativa que él había preparado para mi.

Pero esto me dio la idea de que podría hacer carrera en la educación, y que era más agradable estar de pie frente a una clase y distribuir conocimientos y castigos que estar sentado tras un mostrador o escritorio detrás de la caja, a la entera disposición de la jerarquía de los mayores.
Interrumpo en este punto la traducción de este apartado para escribir la siguiente apreciación personal. Yo creo que, en ocasiones, cuando hablamos se nos escapa alguna palabra o frase, que parece poco importante, pero que encierra la verdad sobre el tema, verdad que pretendemos ocultar conscientemente. En la anterior entrada vimos que al niño Wells odiaba su trabajo porque era un trabajo mecánico y poco alentador intelectualmente. No rechazo esa versión, pero puede que esta sea la mitad de la verdad. En el último párrafo nombra la palabra "jerarquía", y esta puede ser otra causa de su rebeldía: no someterse a la jerarquía de los mayores. Más adelante, a medida que avancemos en la biografía de nuestro escritor, veremos si se confirma esta hipótesis. ¡Pero es que va a ser que sí!

Mi tío Guillermo no era en realidad mi tío. Se había casado con la hermana de aquel "tío Tom Pennicott", el primo de mi madre que había reconstruido Surly Hall. El tío Guillermo había sido profesor en las Indias Occidentales, y fue un tipo más bien brillante y audaz que sincero y digno de confianza. Había inventado y patentado un pupitre mejorado para las escuelas, con tinteros hundidos en la madera que no podían ser volcados y podían ser protegidos por una tapa giratoria, y que había dejado la enseñanza para convertirse en el socio activo de una firma fabricante de artículos para las escuelas, incluyendo sus propios escritorios, en Clewer, cerca de Windsor. Un carácter demasiado optimista mantenía sus gastos por encima de sus ingresos, y en aquel momento se había hundido hasta la posición de secretario y director en su propia fábrica, y finalmente perdió incluso eso. De ahí su intento de establecerse en la casa escuela de Wookey.

Tal como lo conocí, era un tipo calvo y activo, con la cara redonda y amarillenta, con barba gris acerada, una nariz puntiaguda, con gafas y una barbilla como el dedo gordo del pie. Cantidades extraordinarias de pelo gris les salían por las orejas. Había perdido un brazo, y en su lugar tenía un palo en el que se atornillaba un gancho, que podía ser sustituido por un tenedor. Agarraba su comida con afán de venganza y la cortaba con un cuchillo, y luego comía con otro tenedor en su mano buena. Me instruyó en las artes y prácticas educativas, veces con una cortina que dividía los escolares entre los dos, otras veces en sesión plenaria, y los dos constituíamos el cuerpo directivo de la escuela. Encontré la enseñanza pesada, pero mucho más interesante que el trabajo tras una caja. Era difícil de mantener la disciplina. Algunos de los chicos eran tan grandes como yo y más resistentes, y ni acento cockney hería los oídos de Somerset. Pero tenía el prestigio de ser inglés. A excepción de ocasionales consejos de mi tío Guillermo, tenía que descubrir por mí mismo que y como enseñar. Les enseñé fechas y listas de datos geográficos, y sumas, y tablas de pesos y medidas y a leer, tan bien como pude. Luché contra mi clase, los golpeé brutalmente y tuve un montón de problemas con ellos. Impuse toda clase de castigos, y en una ocasión perseguí a un incumplidor de sus obligaciones escolares hasta su casa, solo para ser ignominiosamente perseguido por su indignada madre y toda una caterva de chicos de variadas edades y tamaños hasta la casa escuela.

Mi tío William dijo que carecía de tacto.

Mi tío William era un hombre de conversación burlona con un gran desprecio por la religión y el clero. Su conversación de sobremesa era desenfrenada. Me hablaba francamente como si fuera un adulto. Nunca antes en mi vida había tenido conversaciones similares con adultos. Esto hizo que confiara en mis propias fuerzas. Podía hablarme sobre la Iglesia, la fe, sobre las Antillas y el mundo que había visto. Me dio una nueva perspectiva para considerar el mundo. Yo no había considerado que el mundo podía ser esencialmente un absurdo, solo para reírse de él.

Una hija cuidaba la casa por él. Su esposa permanecía en Clewer, así como dos hijas mayores que trabajaban como maestras. Mi prima solo era 3 ó 4 años mayor que yo. Ella estaba en una fase de gran curiosidad sobre el tema del sexo. Y yo me convertí en su conejillo de indias. Íbamos juntos a dar largas caminatas por las colinas en nuestro tiempo libre. Un sábado fuimos a Wells (*) y vi mi primera catedral. En general nuestra charla era más instructiva que edificante. Esta fase de mi educación fue interrumpida antes de ser completada. Tomé mi primera lección en las prácticas sexuales con una cierta aversión. Mi mente estaba preparada para una formula diferente. La parte real, tal como me fue presentada, me pareció una cosa caliente, incómoda y vergonzosa. Pero tal vez estas conversaciones en Wookey me trajeron de vuelta de un ensueño difícil de aislar.

Wells (*) es la segunda ciudad más pequeña de Inglaterra. La más pequeña es la city londinense. Su nombre deriva de que tiene tres pozos dedicados a San Andrés. La palabra wells significa bien, pozo y brotar.

Yo estaba creciendo. Había cumplido ya los catorce. Yo estaba dentro de un cuerpo más robusto y menos dispuesto a escapar de la realidad a la ensoñación. El jovencito que fue devuelto y no en tono de disculpa por el tío Guillermo a mi madre, podía tener un aspecto muy parecido al joven que entró por la puerta lateral de Rodgers y Denyer para intentar ser pañero, pero en realidad era mucho más sabio y fuerte. Había oído una o dos cosas que, hasta ahora, había evitado enfrentar, cosas de las que se hablaba muy clara y directamente. Y se había interesado por un trabajo. Había intentado realmente hacer algo en vez de limitarse a intentar una aburrida rutina de negocios que no entendía. Se había enfrentado con hechos relevantes con una nueva cercanía y vivencia, y que había aprendido que la risa era, tal vez, una manera mejor de lidiar con la realidad que las ensoñaciones de evasión. Ciertamente debía mucho más a su segundo comienzo en la vida que al primero. Un escepticismo burlón, que más tarde se convirtió en su pose favorita, se debía en gran medida al tío Guillermo.
Vemos que el tío Guillermo ejerció una influencia bastante notable sobre el joven Wells. Fue la primera vez que oyó hablar a un adulto de una forma bastante crítica con algunos aspectos de la sociedad de su época, sobre todo sobre la religión y la Iglesia anglicana, de tal modo que Wells pudo canalizar su primitiva oposición a la religión. También fue la primera vez que alguien le hablaba de tu a tu, que le trataba como un adulto. Y sobre todo, conoció la enseñanza desde más allá de los pupitres escolares, y este sector fue al que Wells canalizó su carrera profesional durante años,antes de intentar ser escritor.

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