martes, 5 de julio de 2011

Otra vez a la enseñanza

No sabía nada de latín y la dignidad del farmacéutico cualificado dependía bastante del dominio de esa lengua. El farmacéutico tenía que leer, copiar y entender las prescripciones. Tuve que ir a la escuela secundaria, ya que Mr. Cowap y el director de la escuela habían acordado que yo tomara lecciones de latín. Creo que las tomé durante 4 ó 5 horas antes de que el proyecto de aprendizaje de farmacéutico fuese abandonado, ya que asombré a mi instructor, acostumbrado a trabajar enfrentándose a la resistencia de los hijos de los comerciantes y agricultores de Sussex, y yo logré aprender la mayor parte de los Principia de Smith parte I, lo que llevaba a los otros alumnos un año o más. Encontré esta estructurada lengua agradable. así como antes había encontrado agradables Los Elementos de Euclides.


El libro Principia, parte I, de William Smith se puede comprar en Amazon y otras librerías online, pero se puede leer gratis aquí. Pero claro, hay que saber inglés. Es un libro para aprender latín, idioma no muy útil desde hace algo más de un siglo.

La escuela secundaria de Midhurst era una anciana institución que había caído en decadencia y había sido cerrada en 1859 — después de un incendio que había destruido el edificio escolar. Había sido revivida por la Comisión de Dotación Escolares y la escuela había sido reabierta en 1880, un año antes de que yo realizara mi intento de trabajar en la farmacia. Mr. Horace Byatt, el nuevo director, no era un graduado muy brillante procedente de la Universidad de Dublín, pero era un profesor animado y enérgico que resolvía con éxito su primera dirección de una escuela. Era un hombre oscuro, semiclerical, brusco, activo, con mucho pelo, patillas, la barbilla hundida y una voz rotunda, y que fue instalado con su esposa y sus tres hijos pequeños en una cómoda casa antigua cerca de la laguna Sur, hasta que los comisionados pudieran reconstruir la casa de la escuela, que estaba en ruinas y únicamente habitada por las malezas.

No se nada de la historia previa de Byatt, pero dudo de que fuera muy lejos con su latín, y le dejé perpeljo por completo cuando años más tarde cuando escribí una cita del griego. Él tenía una gran experiencia en la enseñanza de las ciencias elementales, dibujo geométrico, y su rol en Midhurst era construir una escuela secundaria. En aquel tiempo, el Ministerio de Educación Británico estaba implementando un sistema de clases nocturnas. Estas tenían lugar durante el invierno, y en mayo se examinaba a los alumnos, y el profesor recibía una paga según los resultados de los alumnos, de una a cuatro libres por cada alumno que pasara, según la clase y el grado. Byatt era universitario, y fue considerado cualificado para dar clases en cualquiera de las treinta materias programadas por el Ministerio, y además de su tiempo de enseñanza, también daba clases de dibujo a mano alzada [sólo con papel y lápiz, sin otros instrumentos auxiliares como reglas o compases], de perspectiva, de dibujo geométrico, electricidad y magnetismo, como un estipendio suplementario a sus ingresos fundamentales. Su interés por los clásicos era menos intenso. En estas escuelas, el latín había dejado de ser un lenguaje fundamental, y no había un verdadero pensamiento en dicha lengua, aparte de leerlo y escribirlo, pero casi no había interés en hablarlo, y el latín no era más que un mero ejercicio destinado a la aprobar varios exámenes de cualificación.


Una vez leí que en realidad no sabemos como se pronunciaba el latín de la época imperial. Así, por ejemplo, con respecto la familia Julia, a la que pertenecía, entre otros, Julio César, creemos que el nombre del linaje se pronunciaba como Yulia, pero no podemos estar seguros. De lo que si estamos seguros es que no se pronunciaba como decimos nosotros, Julia.

Ahora Cowap , que había contado con mi presencia como aprendiz de mozo de farmacia, se dio cuenta de que yo no tenía mucho interés en aprender, y le entró prisa por deshacerse de mí y buscar un aprendiz más rentable. Mi madre no tenía ningún sitio para mi y arregló que to entrara como ayudante del director de la Escuela Secundaria hasta que ella pudiera organizarme uno cuarto inicio en mi vida laboral. Me convertí en el primer ayudante del director de la renacida escuela. Pasé alrededor de dos meses allí, aunque tenía un permiso especial de mi madre para hacer los exámenes de mayo sobre todas las materias que daba Byatt por las tardes y así obtener gratificaciones para él.

Otra vez empezó una nueva fase en mi confusa educación, etapa sobre la que aún recuerdo con placer. Me gustaba Byatt, y él se formó una buena opinión de mi espíritu indomable y mi capacidad. La cantidad de beneficio mental que obtuve de las últimas semanas que pasé como discípulo suyo, no se puede medir por el trabajo efectivamente realizado: el estímulo que obtuve fue mucho más importante. Seguí con mis estudios de latín pero a una velocidad más reducida, ya que Byatt prefirió encaminarme hacia las materias en las que él obtendría una gratificación, y me puso a leer libros de texto de fisiología y fisiografía, dándose cuenta de que yo era capaz de aprender muy rápidamente leyendo por mi mismo y sin ayuda. Era capaz de entender cualquier libro por mi mismo, y escribir una buena respuesta para cualquier pregunta, y si era necesario, ilustarla con un dibujo, y mi capacidad fue algo más allá del material del instituto. Creo que fue una suerte extraordinariamente buena para mi, y yo escribía esos ejercicios repetitivos y aburridos. Esto le dio precisión a mi lectura y me acostumbró a organizar mis conocimientos de una forma estructurada. Hay muchas objeciones válidas a un sistema educativo controlado por exámenes escritos. Este sistema quizás tienda hacia una lectura muy superficial, pero en cualquier caso, estoy convencido que tiene el gran mérito de imponer método y orden en el aprendizaje.


Acabando el capítulo III y antes de empezar el IV, Wells escribe dos páginas enteras en las que añade muy poco a su biografía. Reflexiona sobre la adolescencia en general, y sobre su adolescencia en particular, pero añade muy poco a lo ya escrito en esta entrada y en las anteriores. Lo único que veo importante es la siguiente frase:

Me doy cuenta de que yo era mucho más agresivo, cauteloso y alerta en 1881 que en 1879, y esto era causado por los cambios nerviosos y químicos que se asocian con la pubertad.


Es indudable que "los cambios nerviosos y químicos que se asocian con la pubertad" le habían hecho madurar, pero también es evidente que en 1881, cuando tenía 14 años, llevaba casi dos años trabajando alejado de su familia, y especialmente de su madre, con la cual estaba muy unido a ella, hasta su primera niñez (hasta que empezó a ir a la escuela de señor Morley). Ahora, por las circunstancias reflejadas en esta y las entradas anteriores, se había puesto a trabajar, y además muy alejado de su familia, de su madre, y vivió con gente de diverso tipo, nivel cultural y condición social, aquel maestro manco, lejano pariente suyo, que le daba pláticas políticas a la hora de las comidas, sus compañeros de su primera experiencia como aprendiz de comerciante en la pañería de Windsor, sus jefes, los propietarios de dicho establecimiento comercial, el señor Cowap, el farmacéutico, y por último, el señor Byatt. Toda esta gente le había conformado una visión de la vida muy diferente de la que hubiera obtenido si hubiera continuado viviendo con sus padres en la Casa del Atlas, en Bromley. Estoy convencido de que no solo "los cambios nerviosos y químicos que se asocian con la pubertad" conformaron su visión del mundo y su carácter, sino también su visión del mundo.

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