domingo, 28 de agosto de 2011

Dudas religiosas

Fuente.

HG Wells tuvo una fuerte educación religiosa en su niñez, tal como hemos visto en las entradas anteriores. Recordemos que su madre era muy devota y trató de insuflarle su mismo sentimiento religioso a su hijo menor. Y Wells, como la mayoría de los adolescentes inteligentes que han sido educados en fuertes principios religiosos, se cuestionó el papel de la religión en su vida. Además, él se había suministrado a sí mismo una educación a la que no me atrevo a llamar científica, pero él mismo aseguraba que conocía algo de "geología, astronomía y tenía un concepto vago sobre Evolución" [en el original la palabra evolución está con mayúscula inicial, como otras en esta entrada]. Pero entonces aún no había desarrollado algunas de sus ideas políticas. "Excepto de un profundo resentimiento sobre la inequidad social, y particularmente sobre la injusticia de que otros fueran a la universidad, apenas tenía los rudimentos de unas ideas políticas, económicas y sociales. No recuerdo ningún socialismo en aquellos tiempos."

"Me parecía mucho más importante saber si yo era inmortal o no, que saber si yo iba a ser un buen ayudante de dependiente de comercio o no. Sería terrible estar fuera de la cuna [sin trabajo] en el embarcadero del Támesis, pero sería mucho más terrible quedarme en los espacios ventosos de la nada. Burlarse de la Trinidad no descartó la idea de Dios, ni la incredulidad de la existencia del infierno descartó la idea de la inmortalidad. Me di cuenta de que al menos que mi memoria fuese muy mala que yo había tenido un comienzo relativamente reciente, pero me resultaba difícil suponer que yo tendría un fin. Traté de imaginarme como sería sentir la no existencia, pero mi imaginación me falló. Hice todas las cosas raras que supongo todos hacemos a esa edad. Solía sentarme en mi cama, en mi cubículo tratando de retirar de mi mente todas las cosas externas y pensar en la Realidad Interior a través del universo. Me quedaba inmóvil en la cama invocando al Desconocido: "Háblame ahora. Dame una señal."

"En mis expediciones a hacer recados para la tienda, cuando tenía que ir desde Southsea al Bazar de Cortinas, en Landport, pasaba a través de ciertas calles laterales, y en una de ellas había un kiosco oscuro pero inspirador, vi un semanario llamado El Librepensador (Freethinker). Cada semana traía una alegre caricatura blasfema que casaba de forma muy agradable con mi carácter burlón. Lo buscaba de forma ansiosa en el escaparate, y cuando podía, me compraba un ejemplar. En lo que respecta a las religiones, la revista confirmó mis peores sospechas."

"Field trató de salvar mi alma. Era un evangélico de firmes convicciones. Algunos sábados por la noche me llevaba a su hogar para cenar con su familia y participé cantando algunos himnos. Como favor personal me indujo a rezar por la fe, pero dudo que pusiera mucho entusiasmo en mis oraciones. Me indujo a leer varios libros sobre teología, pero la mayor parte de ellos profundizaron mi escepticismo, al "responder" de modo poco convincente a varias objeciones de las que yo había sido previamente consciente. La respuesta se desvaneció y quedó la objeción. Una de esas obras apologéticas se destaca todavía en mi memoria; era la Ley natural en el mundo espiritual, de Drummond. Éste trató de hacer los dogmas cristianos más aceptables por los casos sacados de la historia natural. Por ejemplo, el nacimiento de la Virgen estaba fundamentado en una tesis sobre la partenogénesis y, el ciclo vital de la mosca verde se invocaba para justificar los caminos del Espíritu Santo para acercarse al hombre."

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