sábado, 5 de noviembre de 2011

El primer vistazo a Platón

Fuente.

Aprobar los exámenes de la Universidad como objetivo inmediato, no era la única ocupación de mi mente. Ahora que mi confusión teológica estaba cediendo a una especie de deismo Causa-Efecto, me iba dando cuenta de la importancia de los hilos de la relación que me sujetaba, aunque no eran inflexibles, en mi lugar en la red social. Porque me había dado cuenta de que la catedral de la Iglesia Católica Romana no era necesario que estuvieran allí, se me hizo ahora evidente de que Up Park no era necesario que estuviera allí, y las tiendas de Midhurst no era necesario que estuviera allí, ni los granjeros y trabajadores del campo. El mundo seguía girando sobre sus ejes, aún si todas esas cosas fueran reemplazadas por diferentes estructuras y acuerdos.

Ya he dicho que no recuerdo claramente cuando leí La República de Platón. Sé que sucedió un poco antes de ir a Londres [a la universidad] y fue en verano porque recuerdo haberlo leído tumbado sobre la hierba en una cuesta, debajo de una torre en ruinas que, en el verdadero espíritu del siglo XVIII, adornaba el frente de Uppark con vistas a Harting. La traducción de Los Diálogos en un único volumen encuadernado en verde, felizmente libre de Introducción o análisis. Tuve que pelear con ella hasta que su tremendo significado me vino a la cabeza. Un poco de esnobismo intelectual me ayudó a perseverar.


[Aquí viene un párrafo, que omito, en el que elogia a Platón (y de paso, a Aristóteles, su discípulo), al que llama dios del Olimpo y lo contrapone con la Iglesia y los Santos Padres, a los que califica de dogmáticos]

La principal de estas ideas [de Platón] fue la concepción de una sociedad en la que el individualismo económico fue dominado en su totalidad por el bien común. Este fue mi primer encuentro con la idea comunista (*). Yo había aceptado la propiedad como algo muy natural, así como mi madre había aceptado la idea de la Monarquía y de la Iglesia. Había estado muy ocupado en mi rebelión contra las ideas de Dios y el Rey que, hasta entonces, no me había interesado en la forma en que el Propietario me cerraba el camino hasta aquí, me prohibía usar esto o gozar de aquello. Ahora tenía delante de mi la imagen de Platón de una administración social totalmente diferente, yo podía preguntar: "¿Con qué derecho es esto para usted y no para mi? ¿Por qué las cosas son monopolizadas? ¿Por qué antes de venir al mundo me encuentro está todo apropiado y cada ventaja monopolizada contra mí?


(*) Aunque parezca contradictorio, Platón es acusado, desde el siglo XX, de ser tanto comunista como fascista. Esto es similar a tildar a los amerindios de ser comunistas porque no ejercían la propiedad privada sobre la tierra. No se puede aplicar categorías modernas a personajes anteriores a la época.

Platón era un aristócrata. Quizás la admiración de Wells por el filósofo griego proviene de que ignoraba este hecho. En La República proyectó una sociedad ideal (al menos para él), dividida en tres castas sociales completamente estancas. La más alta era la de los gobernantes o reyes filósofos (en aquella época, filósofo significaba sabio), de entre los cuales se elegiría un gobernante máximo. Todos los demás sabios, cuando eran jóvenes, se dedicaban a estudiar, y cuando eran adultos y sabios, a aconsejar al gobernante. Estaban representados por la cabeza.

La segunda casta era la de los guerreros o guardianes. Estaban bajo el mando de los anteriores, eran el brazo armado dedicado a que proteger el orden establecido, a que nada cambie. Están representados por el pecho.

La tercera casta, la más baja, estaba formado por los trabajadores o productivos. Estaba formado por albañiles, carpinteros, fontaneros, granjeros, mercaderes, etc. Fijaos en la inclusión de estos últimos, los comerciantes, que podían enriquecerse, pero Platón, como buen aristócrata, despreciaba el dinero. Las dos primeras clases sociales, también despreciaban el dinero. El DRAE da como definición de platónico la de "desinteresado, honesto", y en el primer sentido, es como califica Platón a los reyes filósofos como "aquellos que aman la búsqueda de la verdad".

Platón hace la comparación entre los gobernantes, por un lado, y los navegantes y los médicos, por otro. Por naturaleza, no todo el mundo está cualificado para ser médico o navegante. Y subrayo lo de por naturaleza, porque según él, los reyes filósofos son los más sabios y los guardianes, los más fuertes. Por lo tanto, no hay la menor posibilidad de ascenso (o descenso) social.

La imagen de Platón como fascista, según criterios modernos, no es del todo descabellada. Tenía una imagen corporativista de la sociedad. Las tres castas sociales formaban una sola alma en un solo cuerpo humano. Los gobernantes son los mejores, los llamados por naturaleza a gobernar. Los guardianes eran, por naturaleza, los más fuertes.

La imagen de Platón como comunista viene, seguramente, de que los gobernantes o reyes filósofos (y los guardianes) lo compartían todo, vivían en comunidad, en una comuna, no tenían ni domicilio ni bienes propios, ni esposas ni hijos propios ("comunismo de esposas e hijos", según el filósofo estadounidense Allan Bloom) en los libros V y VI de la República. Ningún hombre o mujer de las dos primeras castas sociales debían conocer quién(es) era(n) sus hijos, y al revés, los hijos debían ignorar la identidad de sus padres. Platón incluyó este aspecto para acabar con cualquier tentación de nepotismo (gobernante que beneficia sus familiares).

La República contiene, por supuesto, muchas cosas más, como una discusión sobre las distintas formas de gobierno, pero a la vista de los libros que escribió Wells, estos aspectos de Platón son lo que más influyeron sobre él. Esto lo veremos mucho más adelante, cuando veamos las opiniones políticas de Wells.
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