sábado, 24 de marzo de 2012

Cap. 1º La guerra que pondrá fin a la guerra

Esta es la traducción del primer capítulo de La guerra que pondrá fin a la guerra, de Herbert George Wells (en Inglés, The War that will End War). El libro no tiene copyright en Inglaterra. Esta traducción tampoco. La misma se distribuye bajo licencia Creative Commons 3.0, bajo la cual cualquiera puede compartirla (copiar, distribuir y transmitirla), pero no puede ni modificarla ni hacer uso comercial de ella. La fuente en inglés que he usado es esta.
La causa de una guerra y el objetivo de una guerra no son necesariamente lo mismo. La causa de esta guerra fue la invasión de Luxemburgo y Bélgica. Declaramos la guerra porque estábamos obligados por un tratado a declarar la guerra. Hemos prometido proteger la integridad de Bélgica desde que el reino de Bélgica existe. Si los alemanes no hubiesen roto las garantías que compartían con nosotros para respetar la neutralidad de esos pequeños estados, no estaríamos en guerra tal como estamos ahora. La fortificada frontera este de Francia podría haber resistido cualquier ataque sin nuestra ayuda. No teníamos ninguna obligación ni ningún interés allí. Estábamos comprometidos con Francia sólo para protegerla de un ataque naval por mar. Los alemanes ya nos habían dado el compromiso de no realizar este tipo de ataques. Fue nuestro tratado de Bélgica y el súbdito ultraje a Luxemburgo lo que nos precipitó a este conflicto. Ningún Poder en el mundo respetaría nuestra bandera o aceptaría nuestra palabra nacional otra vez si no hubiéramos luchado. Esto en cuanto a la causa inmediata de la guerra.
Pero ahora vamos al objeto de esta guerra. Empezamos a luchar porque nuestro honor y nuestro compromiso nos obligaron; pero tan pronto nos embarcamos en la lucha, tenemos que preguntarnos a nosotros mismos cual es el fin hacia el que nuestra lucha tiende. Simplemente, no podemos poner a los alemanes detrás de la frontera y decirles que no lo hagan otra vez. Nos encontramos en guerra con ese enorme imperio militar con él que nosotros hemos hecho lo mejor hemos podido para mantenernos en paz desde que el imperio creció sobre las ruinas del imperialismo francés de 1871. Y la guerra es un conflicto mortal. Tenemos que destruir o ser destruidos. No hemos buscado este cálculo, hemos hecho lo que hemos podido para evitarlo; pero ahora que se nos ha impuesto, es un imperativo que deberíamos hacer un cálculo completo. Esta es una guerra que toca a cada hombre y a cada hogar de los países combatientes. Es una guerra, como Mr. Sidney Love ha dicho, no de soldados sino de toda la población. Y esta es una guerra que debe ser peleada Y esta es una guerra que debe ser desarrollada con el objetivo de que todos los hombres de todas las naciones que participan entiendan que ha pasado. No pueden haber acuerdos diplomáticos que dejen al Imperialismo alemán libre para explicar a su pueblo sus fallos y empezar nuevos preparativos. Tenemos que continuar hasta que estemos absolutamente seguros de que los alemanes como pueblo entienden que han sido totalmente golpeados y estén convencidos de que tienen suficiente guerra.
Estamos luchando contra Alemania. Pero estamos luchando sin ningún odio contra el pueblo alemán. No tenemos la intención de destruir ni su libertad ni su unidad. Pero tenemos que destruir un sistema de gobierno diabólico y la corrupción mental y material que ha captado la imaginación del pueblo alemán. Tenemos que romper el imperialismo prusiano tal como lo hizo Alemania en 1871com el imperialismo podrido de napoleón III. Y también tenemos que aprender del fracaso de la victoria para evitar un triunfo vengativo. Este imperialismo prusiano ha sido durante cuarenta años una molestia intolerable en la tierra. Desde el aplastamiento de los franceses en 1871 el mal ha crecido y se ha proyectado su sombra extendiéndose por Europa. Alemania ha predicado la fuerza bruta y el materialismo histórico para el mundo entero. “Sangre y hierro”, se jactaba, fue el cemento de su unidad, y casi tan abiertamente como la clase pequeña, débil, agresiva de estadistas y profesores que ha guiado sus destinos hasta el conflicto actual y que han profesado el cinismo y el egoísmo nacional como si fuera una religión. El mal, tanto como el bien, se puede hacer con una frase hecha. La brutalidad física y moral se ha convertido, sin duda, en un hecho en el pensamiento alemán, y se ha diseminado desde Alemania a todo el mundo. ¡Ojalá pudiéramos decir que el pensamiento inglés y estadounidense ha escapado por completo a esa corrupción! Pero ahora podemos sacudirnos libremente y volvernos contra esta maldad y jactarnos de librar al mundo de la misma. Todo el mundo está cansado de la misma. Y “¡Dios!”. Dios continuamente invocado que incluso debe estar cansado de serlo (Dios está escrito las dos veces en alemán: Gott).
Esta es ya la guerra más extensa de la historia. No es una guerra de naciones, sino de la humanidad. Es una guerra para exorcizar la locura del mundo y poner fin a una era. [Sigue una frase intraducible porque faltan dos términos que están ilegibles] El hombre que predica el cinismo en sus transacciones comerciales haría mejor en contratar un detective y comprar una caja registradora para sus empleados; y es la cosa más natural en el mundo encontrar que este sistema, que es vil hacia el exterior, también está interiormente podrido. Al lado del káiser está la firma de los Krupp, una segunda cabeza del Estado. En los mismos escalones del trono están los trusts (cárteles) de la industria armamentística, las organizaciones de canallas que financian la propaganda con fines de lucro, minando toda la seguridad de la civilización, alimentando una prensa dominada, gobernando su literatura nacional y corrompiendo las universidades.
Consideremos lo que los alemanes han sido y lo que pueden ser. Nos encontramos con una raza que ha mostrado docilidad a sus jefes y ha pensado en profesores y gobernantes. Por lo demás, como todos los que los conocen podrán declarar, es el pueblo más amable de todos. Por naturaleza es bondadoso, amante de la comodidad y de los niños, inteligente y amante de la música y del arte. En muchos aspectos, los hogares, las ciudades y el campo alemanes son los más civilizados del mundo. Pero los alemanes perdieron la cabeza después de las victorias de los sesenta y los setenta, y empezaron una época de propaganda de vanidad y ambición nacionales. Todo esto fue organizado por un estadista estúpido y contundente y que fue impulsado por la locura en el trono. Fue protegido de la crítica sana por una censura intolerante. Nunca dio una oportunidad a la cordura. Un sentimentalismo patriótico se prestaba con demasiada facilidad a la sugerencia del adulador y por eso creció este monstruoso comercio en armas. El patriotismo alemán se convirtió en un “interés”, el mayor de los “intereses”. Se desarrolló una propaganda de gran difusión. Se subsidió las “ligas navales” y las “ligas aeronáuticas”, amenazando al mundo. La humanidad, como nos hemos percatado demasiado tarde, ha sido culpable de una locura incalculable al permitir que los particulares obtengan un beneficio terrible de los preparativos de la guerra. Pero el mal ya había empezado; la imaginación alemana ya había sido capturada y esclavizada. En todos los demás países europeos que valoraban su integridad fueron empujados por la agobiante necesidad de armarse. El dinero fue retirado de la educación, del progreso social, de los negocios, de las artes y de la investigación científica y de todo tipo de felicidad. La vida se oscureció.
Así que la cosecha de esta autoridad viene ahora como un alivio y es una macabra satisfacción de nuestros malestares y que puede, a través del estruendo y del tormento de los campos de batalla, dar una posibilidad a una paz organizada.
Por esto es una guerra para la paz.
Su objetivo es directamente el desarme. Su objetivo es un acuerdo que detendrá esta clase de cosas para siempre. Cualquier soldado que lucha contra Alemania, es ahora un cruzado contra la guerra. Esta, la mayor de todas las guerras, no es sólo otra guerra más, ¡es la última guerra! Inglaterra, Italia, Francia, Bélgica, España y todos los países pequeños de Europa están hartos de la guerra; el zar ha expresado un apasionado odio a la guerra; la mayor parte de Asia no desea la guerra; los Estados Unidos no tienen ninguna ilusión por la guerra. Y nunca comenzó la guerra sin alegría y nunca la guerra comenzó con tan sombría resolución. En Inglaterra, Francia, Bélgica y Rusia hay un pensamiento de Gloria.
Sabemos que nos enfrentamos a masacres sin precedentes y a agonías; sabemos que en ninguna de las partes habrán triunfos fáciles o victorias rampantes. Ya, en este mar de hombres en guerra, hay hambre, carnicería espantosa y enfermedades.
Puede ser de otra manera.
Nos enfrentamos, tal vez, al invierno más terrible que la humanidad ha enfrentado jamás.
Pero nosotros, los ingleses y nuestros aliados, que no buscado esta catástrofe, nos enfrentamos a ella con ira y determinación en lugar de desesperación.
A pesar de esta guerra, tenemos que marchar, a través del dolor, de las agonías del espíritu peores del dolor, a través de los mares de sangre y suciedad. Nosotros, los ingleses, no hemos escondido las cosas. Sabemos que la guerra es la guerra; no tenemos ilusiones. Hemos leído libros que nos hablan del hedor de los campos de batalla y de la naturaleza de las heridas, libros que Alemania ha suprimido y escondido a su pueblo. Y nos enfrentamos a estos horrores con el fin de ponerles fin. Estamos resueltos a que no hayan más kaisers [emperadores] ni más Krupps. ¡Que esta tontería termine!Y no sólo los beligerantes actuales deben entrar en la guerra.
Toda América, Italia, China, los Poderes Escandinavos deben tener voz en el reajuste final y meter mano en las garantías finales. No me refiero a que tienen que disparar un solo tiro o cargar un cañón. Pero deben entrar. Y en particular a los EEUU, a los que miramos para que jueguen un papel en la pacificación del mundo para lo que nuestra nación está trabajando, y para los que, los hombres están poniendo sus vidas.


La última apelación a los EEUU puede parecer un poco extraña a la gente de hoy en día, pero en aquella época (de hecho, hasta el 6 de diciembre de 1941, fecha en que Japón bombardeó Pearl Harbour y entraron en la Segunda Guerra Mundial), los EEUU se negaban a realizar un papel internacional acorde con su peso económico. Los estadounidenses de aquellas décadas sólo buscaba que el resto del mundo les dejaran en paz (a excepción hecha de su intervención en la guerra hispano-cubana que terminó en 1898. Sin embargo, en las tres primeras décadas del siglo XX, EEUU intervenía en América Latina, a veces promoviendo golpes de Estado mediante sus servicios secretos, a veces a través de empresas del país como la United Fruit Company. Pero en el resto del mundo, los EEUU se mantenían al margen. Cuando finalmente se decidió a entrar en la Gran Guerra (abril de 1917), aunque aún no se había producido formalmente la retirada de las tropas rusas del frente, desde febrero muchos soldados abandonaron masivamente el frente y volvieron a sus lugares de origen. Los bolcheviques, en el poder desde octubre, firmaron la paz de Bres-Litovsk en diciembre del mismo año.

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