lunes, 16 de abril de 2012

El Hombre Invisible y la Mano Invisible I

El Hombre Invisible y la Mano Invisible: la crítica welsiana del capitalismo.

Cuando HG Wells murió en 1946, su lugar en la historia de la literatura del siglo XX parecía asegurado. En su funeral, J.B. Priestly se refiere a él como "el profeta de nuestro tiempo". Poco después, Clement Atllee [jefe de gobierno laborista 1945 - 51] encabezó un Servicio Público de Homenaje a Wells en el cual Winston Churchill habló en su honor. Durante su larga carrera literaria, Wells fue uno de los escritores más populares y con más éxito financiero en lengua inglesa. Por otra parte, era admirado por el público en general como sabio o visionario, y tan reverenciado que en sus últimos años pudo conseguir audiencias con Stalin o Roosevelt. Sin embargo, hoy Wells es raramente tomado en serio, y si se discute en los circulos literarios, es casi siempre entre los especialistas en ciencia-ficción. A largo plazo los autores son recordados por lo que los críticos dicen de ellos, y Wells nunca fue acogido por el establishment literario profesional. Tan popular como sus libros lo fueron (o precisamente porque sus libros fueron populares), Wells flotaba en la periferia del canon académico de los clasicos literarios del siglo XX. La mayoría de los críticos concluyeron que Wells fue el perdedor en el famoso debate de la naturaleza de la ficción que mantuvo con Henry James en una serie de ensayos, reseñas y cartas. Abogando por una perspectiva estética. James surgió como el campeón de la estética modernista, sobre todo su manipulación sofisticada del punto de vista, mientras que Wells, que valoraba el contenido sobre la forma y el mensaje social sobre la técnica artística, lo que parecía un retroceso al siglo XIX, incapaz de apreciar la sutileza epistemológica de la novela de vanguardia.

Nos quedamos en una paradoja: como cofundador del género de la ciencia-ficción, Wells es quizás el mayor profeta de la modernidad, y a pesar de ello, sus críticos literarios lo clasifican como antítesis y antagonista del modernismo. Nadie como él escribió más amplia o proféticamente sobre la evolución del siglo XX, desde el poder aéreo hasta la bomba atómica (Wells acuñó la expresión), desde el capital financiero internacional a los experimentos socialistas, desde las guerras mundiales a los horrrores del colonialismo. Desde el punto de vista de los críticos literarios, el pecado de Wells fue escribir desde la modernidad pero no en el estilo del modernismo.

Al acercarnos al final del siglo de cuyo transcurso Wells hizo un buen trabajo de predicción a partir de una fecha tan temprana como 1890, el tiempo parece que ha hecho madurar una nueva valoración de su reputación, o por lo menos un nuevo examen de su importancia en la literatura moderna (si no modernista). Sea cual sea el destino de Wells dentro de la academia literaria, el público en general nunca le ha abandonado. Sus grandes novelas de ciencia-ficción han estado siempre en prensa, y hechas y rehechas como imágenes en acción, que han ayudado a la humanidad a formar la conciencia del siglo XX. La Máquina del tiempo, La isla del doctor Moreau, La Guerra de los mundos, El hombre invisible: cualquiera de sus trabajos puede reclamar para si el título de mito, y estos son los mitos de nuestro mundo moderno. Independece Day (El día de la Independencia), el éxito de taquilla del verano de 1996, fue una copia transparente de La guerra de los mundos, con un virus informático en sustitución de las bacterias que derrotaron a los invasores marcianos de Wells. A pesar de que las historias de Wells pueden ser poco sosfisticadas en la técnica narrativa, evidentemente tienen un poder que las mantiene vivas en la mente y los corazones del público.

Por otra parte, en un momento en que la crítica literaria llegó a concentrase cada vez más en los temas políticos, económicos y sociales, Wells puede merecer una mirada fresca desde este punto de vista. En términos económicos, él fue uno de los escritores más influyentes del siglo XX. Hizo tanto como cualquier otro para dar forma al curso teórico y práctico de socialismo en Gran Bretaña. También se le puede considerar como uno de los arquitectos del Estado del Bienestar. Wells cree que la única economía racional es una economía dirigida, en la que un comité de expertos planea, dirige y coordina científicamente toda la actividad económica desde una posición central, para que los empresarios lleven, dentro de este marco, sus intereses individuales. Confió en que el siglo XX sería el siglo del socialismo, la era en que al fin la humanidad tomaría la responsabilidad de su destino y la planificación centralizada de su futuro. Al llegar al final del siglo XX, la causa del socialismo -tanto en la teoría como en la práctica- es, por decirlo de una manera suave, no tan robusta como Wells había esperado. Asi nuestra re-evaluación de Wells debe incluir una mirada crítica a sus ideas socialistas para ver con que precisión previó la evolución económica del siglo XX. Si sus poderes proféticos en materia económica no eran tan grandes como lo fueron en materia científica y tecnológica, vale la pena considerar lo que puede haber distorsionado su visión en ese ámbito.

Como un primer paso en esta reconsideración de Wells, he elegido para discutir una de sus novelas más perdurables. El hombre invisible, que resulta ser una de sus novelas más interesantes desde una perspectiva económica. Aunque en última instancia se puede criticar los logros de Wells en la novela, creo que, como en muchas de sus obras, El hombre invisible tiene una mayor profundidad de contenido y de seriedad del propósito.

Publicada por primera vez en 1897, El hombre invisible cuenta la historia de Griffin, un estudiante universitario que encuentra la manera de hacerse desaparecer a si mismo. Realizando sus experimentos con una ambición terrible, Griffin, una vez se ha vuelto invisible, crece cada vez más en megalomanía. Ocupa, por lo tanto, su lugar en una línea de retratos literarios de científicos locos que se remonta a Víctor Frankestein, de Mary Shelley. Comprensiblemente, el interés en El hombre invisible ha tendido a centrarse en los aspectos científicos de la historia, pero sobre todo Wells plantea preguntas sobre la ética de la tecnología moderna.

Pero como sucede a menudo en la obra de Wells, la situación de la ciencia-ficción que él crea en El Hombre invisible proporciona un vehículo para la exploración de un conjunto mayor de problemas políticos y económicos que le preocupaba a lo largo de su carrera. En particular, aunque la invisibilidad de Griffin tiene causas científicas, en gran medida tiene efectos económicos, sobre todo en el movimiento y la transferencia de dinero. Para decirlo sin rodeos, el principal uso que hace Griffin de su invisibilidad es robar a la gente su dinero en efectivo.

La historia del dinero volador es cierta. Y todo acerca de ese vecindario, incluso procedente del augusto Londres y el Country Banking Company, desde las cajas de las tiendas y hoteles... el dinero desaparece en silencio y con destreza tanto en puñados de billetes y en rollos de monedas, flotando en silencio a lo largo de paredes y lugares sombreados, esquivando rápidamente los ojos de los hombres que se acercan. Aunque ningún hombre lo rastreaba, el misterioso vuelo siempre acababa en el bolsillo de ese señor nervioso.

Wells llama la atención sobre la dificultad de rastrear el movimiento del dinero. En nuestra era de la banca extraterritorial y los esquemas de lavado de dinero, apenas será necesario que se nos recuerde que la circulación del dinero puede ser misteriosa, incluso sin una mano invisible detrás de él. Quizás pues, el Hombre invisible de Wells sea una parábola, tanto científica como económica, con el dinero como su tema central.

Para Wells, la invisibilidad de Griffin simboliza el trabajo de un mercado impersonal, descentralizado y, en la visión de Wells, peligroso, y que no respeta los dictados de los lazos comunales tradicionales o la autoridad establecida por el gobierno. En efecto, lo que es más significativo de Griffin es su mano invisible. En su Riqueza de las naciones (1776), Adam Smith había argumentado que en una economía de mercado sin trabas quía las acciones del egoísmo de los empresarios individuales para el bien de la comunidad como un todo. Como un socialista visionario, Wells usa su parábola del hombre invisible para poner en cuestión las teorías económicas de Smith, presentar a Griffin como un monstruo de egoísmo y econtrar caos y catástrofe donde Smith había visto orden y progreso. Por ello, El hombre invisible ofrece la oportunidad de examinar la crítica de Wells del capitalismo, tanto de la sustancia de sus argumentos como de los motivos detrás de su hostilidad sobre el mercado libre.

La clave para entender el hombre invisible es la dualidad de la historia. Gran parte de la novela tiene lugar en la villa rural de Iping y otras partes rústicas de Inglaterra. Pero en el flashback narrativo de Griffin sobre como él se vuelve invisible, la escena salta a la metrópolis urbana de Londres. Wells contrapone la tradición de una comunidad rural orientada hacia ella misma contra la anomía [ausencia de normas sociales o su degradación] y el cosmopolitismo desarraigado de una ciudad moderna. Al desplazarse de Londres a una villa rural, Griffin crea la tensión dramática de la novela, una confrontación entre estilos de vida antitéticos. Así describe Wells la situación de Griffin: "Su irritabilidad, aunque comprensible para un cerebro urbano, fue asombrosa para los tranquilos habitantes de la villa". Wells retrata Iping como una ciudad muy tranquila: todo el mundo se conoce y se mete en los asuntos de los demás. Los ciudadanos de Iping son de mente cerrada y supersticiosos y se molestan fácilmente por cualquier cosa que pueda perturbar la regularidad de su existencia. En las páginas que abren la novela, Griffin llega a Iping como la quintaesencia del forastero, desconocido para todos en el pueblo y como un alien visible gracias a su aspecto grotesco.


Se puede ver como se ve las primeras imágenes de la película con el mismo título en este enlace de Youtube. Un audiolibro en español se puede escuchar online aquí.

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