lunes, 7 de mayo de 2012

El hombre Invisible y la Mano Invisible VII

Como un brillante caso de estudio de ressentiment, Griffin proporciona una remarcable visión interior de la psicología del intelectual moderno y alienado, y de su típica mentalidad anticapitalista. En su sentimiento de que la economía de mercado le amenaza injustamente, proporcionándole una recompensa injusta e insuficiente por su talento y su ingenio, Griffin es el prototipo del intelectual moderno. Su actitud ayuda a explicar porqué tantos artistas, científicos, académicos y otros miembros de la elite cultural e intelectual han rechazado el capitalismo y abrazado el socialismo. Fantasean sobre un orden socialista que deshaga las injusticias de la economía de mercado porque, como Griffin, secretamente imaginan que, de alguna manera, estarán en la dirección de una economía planificada centralmente y que, por ello, serán capaces de redirigir los flujos de las recompensas como a ellos les parezca bien. El mismo Wells proporciona un ejemplo perfecto de esa mentalidad y esto podría explicar porque hace un buen trabajo al retratar a Griffin. Como Griffin, Wells proviene de un origen humilde, pasó parte de su vida como profesor, y utilizó su ingenio (con bastante más éxito) para subir en la sociedad y hacerse a sí mismo famoso. Por otra parte, a pesar de sus inclinaciones socialistas, Wells sentía un gran desprecio por el hombre común y creía que la sociedad debía ser gobernada desde arriba por una elite intelectual.

Estas actitudes surgen a la superficie de un modo brillante en El hombre invisible. Ya hemos visto que, aunque Wells se pone del lado de los habitantes de Iping contra Griffin, les presenta de un modo negativo, ridiculizando su simpleza de mentalidad. A su manera, ellos son incapaces de protegerse de un genio como Griffin. Estarían condenados sin la intervención del doctor Kemp, el médico que intenta asociarse a Griffin en su causa, pero que, después, se vuelve rápidamente contra él. Tal como Wells establece la situación, se necesita un hombre intelectual para contraatacar el esquema nefasto de otro hombre intelectual. Kemp muestra su inteligencia superior al darse cuenta, inmeditamente, que la invisibilidad de un hombre es una amenaza superior para Inglaterra y la humanidad. Más aún, es Kemp y sólo Kemp quién organiza rodos los planes de la sociedad para capturar a Griffin.

El papel de Kemp en El hombre invisible refleja la peculiar forma aristocrática que tomó el socialismo a fines del siglo XIX en Inglaterra. La doctrina socialista ofreció una forma de reprimir drásticamente todas las fuerzas productivas que habían sido liberadas por las políticas de mercado libre, fuerzas que les parecieron caóticas y anárquicas a los ingleses como Wells, y que parecían amenazar el ascenso social permanente de las elites culturales que no tenían un pasado aristocrático. Wells tenía la esperanza de sustituir esa vieja arsitocracia de nacimiento por una nueva aristocracia del talento, particularmente talento intelectual y artístico, pero no obstante, su actitud fue aristocrática y antidemocrática. Uno puede detectar en Wells un fuerte elemento del equivalente socialista del noblesse obligue. Su preocupación por el hombre común está mezclada con una buena cantidad de condescendencia, cuando no de un desprecio absoluto. En virtud de su intelecto y educación superior, Wells se veía a sí mismo con derecho a mostrar a los ingleses como deben vivir y como deben organizar su existencia social y económica. Este es el peculiar socialismo welsiano de raiz nietzscheana. Como su contemporáneo George Bernard Shaw, Wells se las arregló para combinar su doctrina socialista con la creencia de que solo una especie de superman nietzscheano podía implementarlo con éxito. Él pensaba que si la sociedad tenía que ser salvada, no podia serlo mediante un esfuerzo colectivo, sino mediante el trabajo de un sólo gran hombre, o quizás mediante un grupo de grandes hombres, una hermandad de elite.

Entonces, si he dado una versión contraditoria de El hombre invisible, la razón es que hay una contradicción fundamental en el corazón del pensamiento de Wells. Aunque él confirmó su ideal socialista de la comunidad, al mismo tiempo vio una forma de individualismo histórico en el único modo de traer el socialismo. La vacilación de Wells entre el socialismo y el individualismo heróico ayuda a explicar su retrato conflictivo del hombre invisible y la incoherencia básica del hombre invisible como un símbolo. Pero es precisamente esta incoherencia la que hace de El Hombre Invisible una obra muy gratificante para analizar. Quizás Wells haya establecido una critica al capitalismo, pero en el proceso ha terminado por proporcionar materiales para una crítica a su propia posición y, más precisamente, a la predilección artística-intelectual por el socialismo. Pero sobre todo, el retrato de Wells del hombre invisible nos enseña como despreciar al hombre común y, al mismo tiempo, despreciar a la economía de mercado. El socialismo de Wells es, en última instancia, de naturaleza estética y aristocrática. Está basado en nada más que en su convicción de su superioridad, como la de un visionario artístico, sobre la masa ordinaria de la humanidad. Evidentemente, Griffin no era un megalomaníaco a la vista.

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