jueves, 27 de enero de 2011

Las deudas y otros asuntos

Para enterarse bien de que va esta entrada, lea las tres por este orden: las razones de un fracaso, el fracaso comercial y por último, esta misma entrada.

Joseph Wells jugó criquet en el West Kent Criket Club y fue allí donde obtuvo su mayor éxito en junio de 1862, siete años después de instalarse en Bromley (1855). Estaba en buena forma física a sus 34 años. Todos sabemos que eso significa entrenamiento. En ese día consiguió ser el primer bateador en lograr cuatro bolas consecutivas entre condados. Por ello fue inscrito en el libro de los records de ese deporte, tal como vemos en el enlace anterior. Además de una gran popularidad, este triunfo deportivo también le sirvió para conseguir un puesto como entrenador de criquet en la Escuela Secundaria de Norwich, lo que le permitió tener una fuente de ingresos fija a finales de los sesenta y principios de los 70. Pero este puesto le obligó a estar ausente desde comienzos de mayo hasta finales de julio. Evidentemente durante los años que jugó al criquet debía entrenar, y como sabemos por su propio hijo que las tardes las ocupaba en charlas con los vecinos y piropear a las mujeres que pasaban por la calle, debía entrenar por las mañanas.

Sara Wells debió odiar el criquet tanto como la Casa del Atlas. En Navidad de 1862 José Wells se fue con su hermano Charles-Edward a pasar las fiestas. Este hecho quedó reflejado en el diario de Sara. Al verano siguiente, José decidió aprovechar su fama y poner artículos de criquet a la venta. Se puso en contacto con su primo que los fabricaba y este le mandó una remesa a crédito. Durante los primeros años tuvieron que pagar la deuda que les quedó por la compra de la casa. Ahora más deudas. Esta nueva deuda horrorizó a Sara. Tuvo que dar largas a proveedores y acreedores pagándoles solo una pequeña porción de la deuda cada vez que acudían a cobrar. Pero lo peor de todo es que esta nueva forma de vida se parecía a la de su padre, siempre endeudado hasta la coronilla.

Otro acontecimiento negativo vino a ennegrecer más aún el panorama de Sara Wells. En 1863 su hija Frances Wells se fue a casa de los vecinos a tomar el té, y al volver se sintió indispuesta. y falleció poco más tarde. La pobre madre pensó que los Munday la habían envenenado. Y tomo una decisión inesperada: volver a mantener relaciones con su marido. esperaba una hija, pero Dios no escuchó sus ruegos y vino un varón al que bautizó como Herbert George. El niño tuvo que pasar sus primeros catorce años de su vida en ese ambiente de rencores. Sara Wells normalmente callaba hasta que un día explotaba y le gritaba al marido. Sus gritos se escuchaban en las casas de los vecinos. José intentaba callarla a gritos. Sara Wells prácticamente no vendía artículos de criquet, simplemente porque parecía no encontrarlos cuando los clientes se los pedían. La comida estaba quemada o cruda. Sara Wells, que había sido educada para ser doncella y aprendió a coser y remendar en la escuela Mrs. Riley, y durante diez años de trabajo tuvo que vérselas con dobladillos, cintas, pespuntes, agujas e hilos. Sin embargo Sara remendaba la ropa de su familia con desgana: "Zurcía los calconzillos y las rodilleras de mis calcetines con grandes puntadas", dice Wells en su libro de memorias. "Hizo además todos nuestros vestidos hasta una edad en que la burla de nuestros compañeros de escuela ante lo ingenuo del corte era ya intolerable". Hay algo que no cuadra. Indudablemente Sara sabía coser, y si no lo hacía bien era porque no quería.

Los gritos y el desprecio de ella hacia su esposo solo sirvió para apartarlo más de ella, de sus hijos y de la tienda de loza y criquet. Él se pasaba las horas acodado en las barras de Duke's Head y de The Bell. Maravilla que en esa situación familiar alguno de los hijos saliera normal. Lo dos mayores, Frank y Freddy, siempre tuvieron problemas en sus vidas. Solamente Bertie salió, no solo normal, sino un genio.

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