jueves, 14 de julio de 2011

Trabajando otra vez en una pañería

Fuente.

En una entrada anterior dijimos que HG Wells afirmaba que su madre quería hacer de todos sus hijos dependientes de pañería. No se que obsesión tenía su madre con este oficio, ya que cuando Wells estuvo trabajando de otros oficios (hasta ahora dos veces de profesor-alumno y una de ayudante de farmacia), era porque no conseguía lo que ella consideraba el trabajo apropiado para sus tres hijos. Sus dos hermanos mayores, Frank y Eddie, también trabajaron es este oficio. La obsesión de la madre con este oficio era extraña, ya que Wells describe en su Experimento de Autobiografía lo poco remunerado y considerado de este oficio, considerado apenas poco superior al de charlatán de feria. Pero esto lo veremos más tarde.

El enlace anterior que apunta a la entrada titulada "Camino al trabajo infantil" es relevante porque el mismo tipo de contrato de su hermano Frank le ató a él a un puesto de trabajo que odiaba.

Mientras yo estaba haciendo mi primer conocimiento sistemático de la ciencia moderna en la escuela secundaria de Midhurst, mi madre estaba ocupada buscando otro comienzo en mi vida para mí. Ella había consultado a Sir William King, que era el agente de Miss Fetherstonhaugh y un hombre importante en los asuntos de Portsmouth, y él le recomendó a Mr. Edwin Hyde, el propietario de South Sea Drapery Emporium, en Kings Road, Southsea. Aprendí en Pascua que estaba destinado una vez más a intentar el difícil papel de pañero, esta vez bajo el tutelaje de Mr. Hyde. Yo estaba preparado para cualquier esquema alternativo. Le expresé mi disenso, pero mi madre lloró y suplicó. Le prometí ser buen chico y probar.
Con esta entrada nos adentramos en el capítulo IV, donde en su apartado primero (§ 1) el escritor se dedica a relatar con bastante extensión su experiencia en Southsea entre 1881 y 1883. Por ello, resumo el apartado, pero incluyo alguna traducción de alguna frase concreta del libro. Pero antes hacer una precisión con respecto a la traducción que estoy realizando y la que hizo León Felipe. Este escritor traduce Grammar School por Escuela de Humanidades. Según podemos leer en Wikipedia, las Grammar Schools nacieron en Inglaterra en la Edad Media para la enseñanza de las lenguas clásicas, pero posteriormente enseñaron asignaturas como ciencias naturales, matemáticas, historia y geografía entre otras, pero ya al final de la era victoriana enseñaban educación secundaria. Por ello, traduzco el término por Escuela Secundaria. Probablemente este defecto de traducción de León Felipe deba ser adjudicado a su conocimiento del inglés americano. Me interesa resaltar esto para hacer constatar que no copio ninguna traducción existente, sino que realizo una propia, y busco en diccionarios online los términos que no conozco o de los que tengo dudas. Además, como Wells parece usar indistintamente public school y grammar school, así que siempre traduciré ambos términos por escuela o instituto secundario.

Esta vez fui recalcitrante, no contra mi madre, cuyas dificultades y simplicidades comenzaba entender, sino contra el esquema de cosas que me marcó antes de cumplir los quince y me condenaba a una vida triste y sin esperanza(*), mientras que los otros niños, que no eran mejores en calidad que yo, estaban disfrutando de todas las ventajas, que yo consideraba estupendas, del instituto y la universidad.

(*) Parece contradictorio que la mayoría de los chicos de mi edad preferían trabajar antes de ir al instituto, y que Wells prefiriera estudiar a trabajar es sintomático.

En este párrafo, Wells se califica a si mismo como empollón. De la vida triste y sin esperanza de los pañero hablaremos en la siguiente entrada. Siguiendo con la narración de Wells:

Me dirigí con mi pequeña maleta a Southsea con el corazón encogido. Me dejaron en el dormitorio durante algún tiempo hasta que alguien pasara a recogerme, y mientras tanto me incliné sobre el alfeizar de la ventana y miré el estrecho callejón al que daba, sin ninguna ilusión sobre lo que me habría de suceder. Todavía puedo sentir la tristeza y la consternación de aquel momento.

Pensé que el comercio al por menor me había enganchado para siempre. Tenía que aprender a trabajar lealmente para el beneficio y satisfacción de mis empleadores hasta el final de mis días. Había estado en libertad durante un año y no había encontrado otra manera de ganarme la vida. La última oportunidad había desaparecido. En ese momento no pude descubrir en mi mente ni en mi mundo, representado por el estrecho callejón sin salida, el pequeño pub de la esquina debajo de mi, o la banda de cielo sobre mi cabeza, la más mínima insinuación de cualquier vía de escape.

Inspeccioné mi dormitorio con el mismo estado de ánimo con el que un prisionero examina su celda que va a ocupar durante su condena.

Con este dramatismo Wells relata su segunda experiencia en una tienda de telas. Sin embargo, las condiciones laborales eran mejores que en la pañería de Windsor:

El comedor estaba escaleras arriba, era espacioso, bien iluminado, mucho más agradable que la bodega de Rodgers y Denyer, y en lugar de las miserables habitaciones que caracterizaban la pañería de Windsor, con literas y sin lugar para guardar las pertenencias personales, por lo que todos teníamos que mantenerlas en un baúl o maleta, en este lugar habían tabiques divisorios bien altos para separar los cubículos que albergaban las camas, y cada uno tenía su cómoda con cajones, espejos, un perchero de pared, una silla y otros objetos. Para su tiempo y tipo de comercio, Mr. Hyde era un empresario muy civilizado. Tenía incluso una sala de lectura, con varios cientos de libros de los que hablaré en la siguiente sección.

Está claro que la pena que sintió el futuro escritor aquel día no fue a causa de las condiciones físicas del establecimiento, sino del alejamiento de su carrera de estudios. Parece que Wells no tenía la más mínima intención de ser escritor, sino que más bien apuntaba a ser un profesor o maestro.

Wells dedica gran parte de este apartado 1º del capítulo IV a describir las condiciones de trabajo. Describe con minuciosidad los horarios de trabajo, las pausas para las comidas, las comidas mismas (aunque a veces duda y no sabe si bebía cerveza, té o café en la comida del mediodía), etc. También describe con minuciosidad su trabajo, los tipos de telas, su papel como ayudante del vendedor, acarreando los pesados rollos de telas hasta las alargadas mesas donde se desenrollaban y se mostraban al cliente, vuelta a enrollar y volver a guardar. Él no hablaba con las clientes; de eso se encargaba el vendedor al que él ayudaba. Se levantaban a las siete, y antes de desayunar, barrían el dormitorio y limpiaban los escaparates. A las ocho se arreglaban en los aseos y a las ocho y media desayunaban. Después arreglaban los escaparates y la parte exterior de la tienda. Imagino que esto incluía barrer la acera y limpiar los cristales de escaparate. El mozo Wells ayudaba al que arreglaba los escaparates llevando telas, alfileres y otras cosas necesarias. En ocasiones tenía que ir a otras tiendas de Southsea, Portsmouth y Landport a hacer recados de cosas que faltaran en la tienda, o llevaba dinero a los bancos o buscaba calderilla (¡un niño de 15 años llevando dinero al banco!). Vagaba tanto como podía en esos "benditos mandados" para alargar la hora de regreso tanto como podía. Tan pronto como cerraban la tienda al público, se lanzaban como leones a echar serrín en el suelo y a barrer el suelo, limpiar, recoger y guardarlo todo. A las ocho y media estaban todos arriba libres ya de obligaciones. Esta era la rutina diaria, trece horas incluyendo las pocas y cortas pausas para comer al mediodía.

La frugal cena consistía en pan con mantequilla y queso, y una pequeña cerveza. Los miércoles cerraban a las cinco ("The Early Closing Day"). A las once de la mañana paraban durante cinco minutos para hacer un pequeño refrigerio. A la una, la pausa del mediodía, de una hora de duración. A media tarde, una pausa de diez minutos para el típico té británico. Si a las trece horas restamos una hora y cuarto, tenemos 11 horas y cuarenta y cinco minutos de trabajo efectivo.

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